El día 8 de Marzo celebramos el Día Internacional de la Mujer, fecha en la que se da voz a la lucha por los derechos de las mujeres y nuestro camino hacia una igualdad real y efectiva.
En esta ocasión nos gustaría aprovechar este día para hablar sobre Conciliación y Corresponsabilidad, dos conceptos de suma importancia en el plano personal, familiar y laboral tanto de las mujeres como de toda la sociedad en su conjunto.
La incorporación de la mujer al mercado laboral pone de manifiesto el conflicto de la conciliación de la vida familiar, laboral y personal, para lo que paulatinamente se articulan y legislan desde Empresas y Estado, una serie de medidas que persiguen facilitar el acceso y permanencia de las mujeres en el mercado laboral, sin que esto suponga una desatención del plano personal y de las familias.
Sin embargo, hay un tercer espacio de importancia notoria en la disposición de la mujer para participar plenamente en la vida pública. Se trata de la FAMILIA, nuestro entorno privado que requiere de una serie de obligaciones y responsabilidades, que pueden suponer una sobrecarga para quienes lo asumen si no hay un reparto equilibrado. Es aquí donde entra en juego la Corresponsabilidad.
El término se asocia a la responsabilidad compartida en el contexto familiar y social de hombres y mujeres, de forma que puedan compartir espacios tanto públicos como privados, así como recursos, decisiones, responsabilidades familiares, profesionales y políticas. (Martínez Quintana, V.)
Actualmente asistimos a un nuevo modelo de familia denominada igualitaria o simétrica, donde los miembros compatibilizan empleo remunerado y tareas domésticas, tanto por convicción como por necesidad de mayores recursos económicos en la unidad familiar. Pero ¿Cómo es de equitativo ese reparto de funciones? ¿Ofrece un entorno igualitario en el espacio privado?
Quizás la corresponsabilidad se trate de la asignatura pendiente para alcanzar una sociedad conciliadora, ya que un reparto equitativo de tareas dentro del hogar, despojaría a la mujer de una responsabilidad intrínseca culturalmente, facilitando su camino hacia la inclusión plena en el sector laboral sin sentir la sobrecarga de funciones. En los últimos años la implicación del hombre en el terreno doméstico va siendo gradualmente mayor, lo que invita a pensar que poco a poco las nuevas generaciones son más colaborativas e igualitarias. No obstante, las funciones de cuidado a menores y dependientes siguen siendo mayoritariamente femeninas.
Según la Encuesta de Calidad de Vida (INE 2016) el tiempo dedicado a las tareas del hogar por parte de los hombres ha aumentado sensiblemente. No obstante, el tiempo que las mujeres dedican a los cuidados del hogar y familia sigue siendo significativamente superior al que dedican los hombres, existiendo la misma disparidad en el sentid contrario, en el tiempo dedicado al trabajo remunerado y al tiempo libre.
Nuestra sociedad ha experimentado en el último año una modificación forzosa de nuestra presencialidad laboral, instaurándose el teletrabajo como una alternativa generalizada en muchos hogares. ¿Ha supuesto esa modalidad de trabajo un alivio en la conciliación familiar? Si miramos los análisis que realizan varios expertos en la materia sacaríamos como conclusión que el hecho de pasar a modalidad teletrabajo no ha modificado la sobrecarga doméstica y de cuidados en las mujeres, siendo incluso mayor su sensación de agotamiento por exceso de responsabilidades, toda vez hemos seguido siendo las mujeres quienes hemos asumido nuestras responsabilidades laborales junto con las domesticas y familiares, a costa de nuestro tiempo de descanso y espacio personal.
Las estadísticas confirman que, de forma lenta pero gradual, el espacio privado va siendo aceptado por los hombres como responsabilidad propia, asumiendo tareas que nunca con anterioridad hubiesen realizado, lo que está permitiendo que las mujeres gocen de mayor independencia para otras cuestiones de su vida social. Sin embargo, aún se ve lejano el momento de la equidad completa en el plano doméstico.
El camino hacia la Igualdad pasa por la necesidad de hacer una modificación de la construcción del rol tradicional y cultural de la mujer en el hogar, y el compromiso real de los hombres en la asunción de responsabilidades que permitan equilibrar la balanza familiar y favorecer la permanencia en el mercado laboral y el desarrollo en el plano personal de las mujeres.
Como broche de este escrito queremos lanzar nuestra opinión sobre la necesidad de continuar la lucha hacia una sociedad igualitaria, sin olvidar librar dos batallas decisivas, en primer lugar, con nosotras mismas y nuestro autoconcepto como mujer/madre/esposa y a continuación, en nuestro espacio de convivencia privado.
María Jesús Ortiz Ramírez | Trabajadora Social